sábado, 12 de junio de 2010

LIONEL MESSI... EL CATALAN O LA SOMBRA ARGENTINA?





hOY LO SABREMOS
JUGARA DE ENGANCHE DONDE NO LE HA IDO BIEN CON LA ALBICELESTE
POR AMERICA QUE ARGENTINA SALGA BIEN PERO HAY QUE JUGAR BIEN




Una constelación de estrellas pretenderá sostener un plan sin raíces firmes;
s Argentina busca recuperar la identidad





Por Cristian Grosso,
ARGENTINO
enviado especial de
WWW.LANACION.COM.AR


JOHANNESBURGO.-
Después de México 86 se volvió usual encadenar decepciones detrás de cada Mundial.
La captura del trono se convirtió en una odisea.
De todos modos,
el fútbol argentino siempre demostró su capacidad de regeneración.
Y los signos vitales los mantuvo a partir de su vena competitiva y la admiración que despiertan varias de sus figuras.
Hoy, especialmente una: Lionel Messi.
Ni Diego Maradona, en suelo azteca,
desembarcó como el mejor jugador del planeta,
un consenso que hoy sí distingue al crack de Barcelona.
Un beneficio insoslayable para el equipo y,
a la vez,
una prueba para sondear la capacidad de gerenciamiento del
entrenador y la empatía con sus compañeros.
La Argentina sigue gozando de prestigio y
reconocimiento internacional.
Más allá del favoritismo por
España, Brasil y hasta Inglaterra,
consecuencia lógica de ciclos predecibles y afirmados,
en la apertura del Mundial de Sudáfrica la
selección estaciona en un plano expectante.
Nigeria, en el debut del Grupo B y
desde las 11 en el estadio Ellis Park,
significará la primera medida.
¿Por qué surgen las dudas?
Porque las inconsistencias de Maradona
no espantan la desconfianza.
¿Dónde aparecen las certezas?
En el magnetismo de Messi y
una armada ofensiva que trajo a este continente
el pasaje más productivo de sus carreras.
Maradona y Messi,
artistas excluyentes del paso por esta Copa del Mundo.
La producción se entenderá desde ellos.
No será un torneo más.
En los libros quedará que se
trató del Mundial de Maradona.
Pero no del mito que volaba en la cancha,
sino el terrenal,
el que fuera del campo ya no demuestra aquellas genialidades.
Imperfecto y atemporal,
vuelve Maradona a enfundarse de albiceleste
en una cita mundialista.

Con histerias, distracciones y
una conducta que lo acerca más al jugador
que fue que al entrenador que no termina de diplomarse.

Dejó el Olimpo para recuperar la escena.
Desproporcionado, ocurrente, inestable.

Pero con un imán que desafía al tiempo.
No será un torneo más.
En los libros quedará que se trató del Mundial de Messi.

La Pulga sabe que el planeta lo mira.
En algún momento debe dar el golpe
sobre la mesa y rebelarse contra todo.
Más allá de todos los títulos que consiga con Barcelona,
los Balones de Oro y las galas de la FIFA,
el escenario que definitivamente consagra
es el de una Copa del Mundo.
La atmósfera futbolística de la selección hasta ahora no le ha permitido a Messi replicar las genialidades que llegan desde Barcelona y encandilan por TV.
Posiciones demasiado esquemáticas y con recortada fluidez de juego han comprimido a la Pulga.
Pero en las últimas semanas Maradona cambió de planes,
flexibilizó ese dibujo avaro.
Advirtió que a Carlos Tevez no debía
excluirlo de la titularidad y
lo incorporó en lugar de Nicolás Otamendi,
una ficha que contemplaba el plan original.
Se supone que así crecerá la agresividad
de la Argentina y Messi sumará un
interlocutor para darle más volumen a
la posesión y ampliar el radio de descargas o distracción.

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