viernes, 25 de junio de 2010

BIELSA : NI TAN LOCO ( SORPRESAS SUDAFRICANAS 10)




ARTURO FONTAINE 25/06/2010
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Hacía 48 años que Chile no ganaba un partido del Mundial. El milagro tiene un santo y el santo un nombre: Marcelo Bielsa.
Como el general San Martín, es argentino y nuestro héroe nacional.
Nunca antes un director técnico había sido más popular que los jugadores.
"Es guapo y misterioso, como lo son los hombres que nos gustan a las mujeres",
dijo la ex presidenta Michelle Bachelet.
Bielsa vive en unas habitaciones que le han acondicionado en el estadio.
No sale de allí sino para los entrenamientos o para visitar brevemente a su familia en Argentina.
Se dice que lo único que hace es ver y volver a ver vídeos de fútbol.
Se dice que no le gustan los divos del deporte, que le gusta descubrir talentos.
Se mantiene a distancia de la prensa, pero sus silencios intrigan y,
en un mundo volcado al espectáculo, son una forma de noticia.
Verlo en el televisor paseándose nervioso a la orilla de la cancha
o
adivinar qué le está gritando a quién quizás sea más emocionante que mirar a los propios jugadores.
De gurú de la competencia futbolística se ha transformado en gurú de la competencia en los negocios.
Se le considera "un modelo de liderazgo, trabajo en equipo y
alto rendimiento" a ser imitado por empresarios y políticos.
Sus conferencias se repletan de profesionales,
ejecutivos y empresarios que memorizan sus aforismos.
Dice: "Me doy cuenta de que no necesito saber tanto";
"los instintivos son tan efectivos como los perseverantes";
"no solo hay que hacer lo que conviene, sino también lo que da tranquilidad";
"lo más común es que suceda lo que nos merecemos";
"si no disfrutamos el recorrido, la llegada no produce placer";
"si no quisiera a mis jugadores, sería imposible ganar";
"siempre se debe saber qué es lo que no se sabe";
"el líder busca ser interpretado más que obedecido";
"el buen trabajo es lo que despierta la adhesión".
Pero agrega luego, con una dosis de sano pragmatismo,
que, por desgracia, "todo se acaba ante el fracaso".
En un momento en el que todo parece estar bajo sospecha:
la Iglesia, por la pedofilia y el abuso sexual;
la economía, por la crisis internacional;
el Estado, por su incapacidad para controlar la delincuencia
o
impedir que la educación replique las diferencias que vienen de la cuna;
la política, bueno, por lo que se sabe, y hasta la tierra misma,
por el terremoto y sus réplicas, solo se puede creer en Bielsa, ¿no?
Dice:
"No soy un apasionado del fútbol. Soy un apasionado".
Y su pasión nos mantiene en la esperanza.

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