miércoles, 16 de junio de 2010

LA CANCHA NO MIENTE






Los brasileños ganaron con merecimientos,
pero con muchas dificultades;
Kaká no está como cuando fue elegido el mejor del mundo y
su defensa tiene los apagones de siempre.
Dunga, el polémico y criticado técnico de Brasil,
había dicho antes del juego en el que el superfavorito para ganar
la Copa del Mundo derrotó ayer Corea del Norte 2-1,
que la "cancha no miente".
Y el campo del Ellis Park dijo verdades del debut del 'scratch.

Se confirmó que Brasil es un equipo paciente y
práctico y con el poder individual de sus jugadores puede darle el triunfo en cualquier momento a
pesar de su tan pregonado juego de disciplina colectiva.

El juego, de arranque, llevado con lentitud por los brasileños,
parecía que tendría oposición hasta que lograra superar por
primera vez la defensa de cinco zagueros del rival.
El problema es que se demoró todo un tiempo para hacer el primero.

Los 45 minutos iniciales mostraron a un Brasil que hacía rotar mucho la pelota,
que tuvo un montó la pelota (66 por ciento por 34 de los coreanos del norte) y con poco genio, con poco ingenio.

Más allá de los malabares de comercial de Robinho, el equipo se veía lento y
llegaba con gotero a opciones de gol, que las tuvo, aunque su primer tiro directo (de Robinho) solo apareció a los 21 minutos.

Luego hubo un taponazo de Maicon que puñeteó el golero Myong Guk Ri.
Brasil parecía como tullido por el frío de cero grados,
frente a una Corea que batallaba en su zaga y
quería dar la lucha con velocidad en contragolpes relámpago del 9 Tae Se Jong y el 10 Yong Jo Hong.

Así las cosas, para el segundo tiempo,
Brasil se quitó el frío corriendo más, siendo un poco más rápido, poniéndole segunda y
por raticos tercera al motor que estaba helado: a los 9 minutos,
tras un rebote a la salida de un córner coreano,
la pelota llegó a Kaká que por fin corrió, alargo el balón a Robinho que de habilitó a Elano,
quien alargó el pase a maicon que como una locomotora, a todo vapor,
pasó por la derecha y en el borde de la cancha (esa que no miente) sacó una línea que se metió entre el palo y
el portero que esperaba un centro.
Uno a cero y asunto aparentemente resuelto.

Lo que pasó después fue el partido que se creía:
entrenamiento para Brasil, malabares de comercial por aquí,
más tenencia de pelota por allá,
circulación de balón de un lado para otro y opciones de anotar.

Hasta que llegó el 2-0 con un pase de crack de Robinho a la espalda del lateral izquierdo
que remataba la línea de gol,
para que Elano machacara el 2-0 con tiro cruzado.
El paciente y práctico brasil ganaba fácil.

Pero como la cancha no miente,
le dio reconoció la voluntad y entrega a los coreanos,
a su buen primer tiempo, a la entrega a lo largo del duelo:
a dos minutos del final, un pelotazo largo fue pivoteado en las 18
para que Yun Nam Yi le pegadara con un fierro al balón para el 2-1.

Quedaba el tiempo de reposición y
los asiáticos intentaron el empate,
pero ya era poca la arena en el reloj.

Dunga tiene razón: la cancha no miente.
Brasil fue opaco, de destellos, dominó muchísimo y
le falto efectividad y pudo haber liquidado antes a un rival muy inferior y
sin pasar la pequeña vergüenza del 2-1 y el apuro final.

GABRIEL MELUK
ENVIADO ESPECIAL DE "EL TIEMPO"
de Bogota, Colombia

JOHANNESBURGO

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